domingo, 11 de octubre de 2009

Capitulo 1

Las flechas chocaron contra el muro… John corrió para ponerse a salvo y esquivar las flechas de los Fergërs. Desenvainando su espada inscrita con runas, y estas prendieron en un fuego de color azul, que rodearon la hoja haciendo que esta se volviera más feroz. Una vez desenvainada la espada John se armo de valor y se lanzo contra los Fergërs, unos seres repulsivos que crecían bajo tierra, con un color similar a la tierra mojada en las peores tormentas de verano. Con dientes pequeños, pero afiliados y dispuestos en filas; y cuyos ojos eran oscuros como el ébano sin rastro alguno de pupilas.


Nada más salir por la puerta por la que se refugió se encontró con uno armado con un garrote muy rudimentario dispuesto a golpear a John hasta que no quedase mas rastro de su cráneo que una macha de sangre en el suelo. Viendo esto, John se agazapo y girando sobre sí mismo y soltando un fuerte grito, mezcla de rabia y miedo golpeo al Fergër a la altura de los riñones y gracias a la magia que contenía la espada otorgada por las runas, el Fergër fue cortado por la mitad con un corte limpio. Siguió avanzando y acabo en un patio donde se encontraban más criaturas con armas muy rudimentarias de hierro y mal afiladas. Cuando vieron a John soltaron un aullido gurgutal muy profundo como si se jactaran de que esa misma noche fuerana comer el mejor de los platos más exquisitos que se conocer. Viendo el panorama, John se preparo clavando la espada en el suelo y recitando unos versos en una lengua ininteligible; que una vez termino de recitarlos desencajo la espada del suelo y siendo más rápido que antes, destrozo a sus oponentes en muy poco tiempo.


Una vez termino con los Fergërs que habían en el patio se apoyo en una pared cercana para recuperar el aliento, todavía no estaba muy acostumbrado a utilizar la magia que aprendió estudiando a espaldas de su padre. Le dolía todo el cuerpo, tenía varias heridas menores en los costados, eran laceraciones producidas por las hojas de los Fergërs; sacando un pequeño tarro que tenía en una saca colgando del cinto, se aplico un poco del ungüento que había en el sobre las heridas, que rápidamente sanaron, dejando una pequeña marca que apenas era perceptible si uno no miraba bien. Una vez recuperado, John se dirigió al patio de armas para ver si había soldados y también poder recoger algunas de sus cosas. Cuando llego vio una escena muy perturbadora, todos los soldados que había allí, fueron horriblemente masacrados y descuartizados, pero aquello no era lo peor, lo peor era que los miembros amputados de los soldados formaban un circulo de hechicería oscura muy terrible y sacrílega.
-Por Grongër… ¿Qué clase de diabólica herejía es esto?- Se pregunto John.


Al momento de haber dicho aquello, el cielo se abrió dejando entrar una luz de color carmesí que cubrió el círculo. En el momento que aquella luz se poso sobre los cuerpos descuartizados de los solados, un chillido resonó por todos lados, el suelo comenzó a temblar, y los miembros descuartizados comenzaron a brillar en un color morado, augurando que un mal incomprensible estaba a punto de ser liberado. John agarro con fuerza su espada, e instantes después, el suelo se resquebrajó y una figura de un reptil, de color oscuro surgió, y alzo el vuelo para inspeccionar la zona para poder sembrar el caos instantes después. Al ver lo sucedido, John se metió en la armería y recogió su arco y carcaj; tras recoger sus cosas, entre ellas un grimorio escrito en rúnico, cogió una bolsa de cuero curtido y ennegrecido, y se lo llevo a las cocinas para coger lo que encontrase en buen estado y llevárselo para huir del castillo. Tras haber recogido aquello, se dirigió a los establos para ver si la fortuna de Ürdiel le sonreía y encontraba una montura viva, aunque creía que aquello no podría ser.


Una vez en los establos, se encontró con que había un solo caballo, uno de un color blanco como la nieve de la tundra de los reinos del norte. Le puso la silla, y cogiendo varias mantas y lonas que habían por el establo y amarradas con cuerda que había cerca de las sillas sin montar lo ato todo, monto en el caballo, y los espoleo para salir cuanto antes de aquel lugar maldito. Cuando salió de los establos se encontró con un Fergër, y con rápido y certero tajo, cerceno la cabeza de la criatura. Continuo sin detenerse, giro a la izquierda, luego a la derecha, y una vez de nuevo a la izquierda para finalmente seguir recto para llegar al portón del castillo. Una vez fuera, galopo durante horas, pero nunca dejo de mirar hacia atrás, sin dejar de mirar el castillo en el que nació, vivió, aprendió a luchar y también en secreto a usar magia. Al cabo de varias horas de haber estado galopando sin parar, se encontró con un pueblo, estaba en calma, ajeno a lo sucedido en el castillo. Cuando entro al pueblo, estaba muy extenuado tanto física como mentalmente a causa de las heridas y la magia que uso. Estando en la calle principal estando a la vista de todos los lugareños se desplomo en mitad de la calle, cayéndose del caballo por el costado izquierdo y chocando contra el suelo pesadamente.


John se despertó en una habitación blanca como la nieve, miro de izquierda a derecha, y vio que la habitación era algo ostentosa para estar en pueblo pequeño. Vio que la habitación tenía 3 ventanales grandes, la puerta para salir de aquel cuarto era grande, de doble puerta, y habría jurado que era de secuoya, la puerta no tenía ningún motivo en especial, solamente figuras cuadradas y rectangulares. La cama era grande, de matrimonio, con sabanas blancas cubiertas por una colcha de color burdeos. Cuando se fue a levantar no pudo, y no era porque no quisiese o no pudiese por culpa de ataduras, sino porque le dolían las heridas que tenía en los costados, y se vio obligado a quedarse tumbado esperando a que viniese aquel o aquella persona que hubiese socorrido a un completo desconocido.


La puerta de la habitación se abrió, y una mujer joven entro, el pelo se encontraba recogido en un moño, tenía un vestido de color azul oscuro. La piel era pálida como la nieve pura de las montañas más altas, los ojos de un color verde muy tenue, casi grisáceo, una boca fina con unos labios carnosos y rojos como las fresas en plena recolección. La luz que entraba por la ventana hacia que pareciera el ser más puro de un mundo celestial. Cuando John la vio se sonrojo e intento ocultarlo como pudo, pero fue en vano por que aquella joven le vio y le dedico una tenue sonrisa que haría que hasta el hombre más acabado del mundo fuera capaz de realizar la mayor gesta que se pudiera contemplar.

-Veo que está despierto-dijo con una melodiosa voz-¿Cómo os encontráis?
-No muy bien, pero gracias por haberme ayudado-contesto John sonrojado- ¿Cuánto tiempo he estado durmiendo?
-Durante tres días y tres noches-dijo ella- mis criados y yo estuvimos turnándonos para cuidaros.
-Muchas gracias, no sé como compensaros-expuso John- no tengo nada de oro encima…
-No hace falta que nos deis dinero, solo con saber vuestro nombre es suficiente pago pro nuestros servicios-aclaro ella.
-John, ese es mi nombre-Contesto- vivía en el castillo que hay a media jornada del pueblo. Pero ahora todo está destruido por algo que no llego a comprender del todo.
-Bueno John, ahora descansa, todavía tus heridas no se han cerrado, seguramente mañana o pasado ya estarás mejor y podrás moverte sin problemas.
-Una pregunta, ¿Donde están mis cosas? -dijo John- No las veo por aquí…
-Están guardadas-contesto- si quieres te podemos traer tu espada más tarde…
-Estaría muy agradecido si lo hacéis -dijo- aunque no se cual es vuestro nombre todavía.
-Mis disculpas -se excuso ella- me llamo Sophia, espero poder serle de ayuda sanándolo, mi señor Wolfdred.
-¿Cómo ha sabido mi apellido?-dijo John sobresaltado.
-Lo supe nada más ver las garras que tiene en su carcaj y en su espada-dijo Sophia- tranquilo, no le haremos nada malo, así que por favor, duerma y descanse.


Tras esa conversación, Sophia abandono la habitación dejando solo a John, para que descansara. A medio día uno de los criados le llevo su espada, y había algo en lo que no dejo de reparar. La espada estaba enfundada en una vaina de color negro, lisa, sin adornos, pero era extraño, la espada nunca había tenido una vaina, siempre las había “rechazado”. A decir verdad, la espada nunca había entrado en una vaina por razones desconocidas, pero esta vez no le iba a buscar tres pies al gato. Dejo la espada en el costado de la cama y se tumbo, y una vez recostado, se durmió, se volvió a despertar para cenar y que le curaran las heridas.


Al día siguiente cuando se incorporo, no le dolían los costados y se levanto. Se acerco a uno de los ventanales, y mientras observaba el pueblo la puerta de la habitación se abrió y Sophia al ver que John estaba ya de píe sonrió y dijo:

-Me alegro que ya te puedas levantar señor Wolfdred…
-No me llames por ese apellido-Corto John- llámame John simplemente, ya no soy señor de nada ni de nadie.
-Como queráis, John-dijo Sophia mirando a John con preocupación.
-Por cierto, ¿Qué fue del caballo con el que llegue a este pueblo?
-Se encuentra en las caballerizas, el estaba en mejor estado físico que vos.
-Bien-dijo John-¿Para cuándo cree que estaré totalmente recuperado de mis heridas? Me gustaría partir cuanto antes.
-¿En busca de venganza?, no creo que eso es bueno para vos, pero creo que en dos o tres días ya estaréis completamente curado.-dijo- Y para entonces le tendremos preparado provisiones para el viaje y algo de dinero de su padre, mi familia administraba sus riquezas antes del ataque de los Fergërs.
-Muchas gracias no sé como agradecérselo.
- No hace falta que nos lo agradezca, con saber que estáis bien, y que de vez en cuando envíe una carta para no preocuparme por vos.
-Lo hare encantado-dijo John- y a todo esto, ¿Podría tomar un baño, me gustaría estar limpio para la hora de la comida?
-No hay problema-Dijo Sophia-Siga a Johan, él le indicara donde está el baño y se lo preparará como vos guste.
-De nuevo muchas gracias, estoy en deuda con vos, Sophia.


Tras esto John siguió al criado hasta el cuarto donde estaba la bañera, y allí ya había agua caliente y todo aquello que necesitaba para darse una ducha. Se quito la ropa que llevaba puesta, y se metió en la bañera con el agua caliente, y noto una sensación renovadora por todo su cuerpo. Las cicatrices que tenía en los costados ya se habían sanado, y solo quedaba una pequeña marca que le serviría como recordatorio de lo que paso. Tras estar un buen rato limpiándose y realojándose salió de la bañera y se seco, y al ir a recoger la ropa que tenia puesta, se dio cuenta que le habían traído sus ropas, se puso su ropa y se fue a ver a Sophia.


Busco a alguno de los criados para poder preguntarle donde estaba Sophia, y tras varios intentos le dijeron que estaba en la biblioteca de la casa y que la señorita le estaba esperando. Se dirigió a la biblioteca y allí vio a Sophia sentada al lado de una ventana con un libro en las manos, el libro parecía muy antiguo, no tenía titulo, cuando ella vio a John entrar cerro el libro y lo dejo apoyado en la mesa, se levanto y pregunto:


-¿Cómo están tus heridas?
-Ya se han cerrado, creo que mañana estaré totalmente curado y podre moverme como antes-Dijo John.
-Me alegro por vos, ahora yo tengo una duda, ¿Qué pensáis hacer una vez os hayáis recuperado?-dijo Sophia preocupada-¿A dónde iréis?, ¿Qué haréis?
-No lo sé-dijo John agachando la cabeza- pero seguramente aprender cosas en mi viaje hacia ningún lugar y quizás solo quizás encuentre al artífice del ataque del castillo y cobre venganza por todos aquellos que cayeron defendiéndolo.
-Promete que volverás aquí-Dijo Sophia-que volverás vivo, ya que, te estaré esperando.


Cuando John escucho estas últimas palabras de Sophia, la cogió de los brazos, se la acerco y la beso. Ella se sorprendió por lo sucedido en pocos segundos, al principio pensó en resistirse, pero haciendo caso a lo que estaba dictando su corazón, rodeo a John con sus brazos y continúo besándolo hasta que el separo la cabeza y dijo:


-Te juro por mi sangre que volveré a aquí, para estar vos, y vos seréis mi guía en mi viaje. El pensar en ti Sophia me dará fuerzas para seguir adelante y no detenerme hasta que me encuentre debajo del dintel de esta casa…


Cuando Sophia escucho las palabras de John se le acerco más y lo abrazo con más fuerza, y de esta forma evitaba que John la viera llorar por esas palabras. Un rato después del beso y las palabas de John, Sophia hizo que los criados se fueran al pueblo a descansar. Una vez solos, ella llevo a John a sus aposentos, y una vez dentro John cogió a Sophia, la abrazo, la beso y comenzó a desplazar sus manos por su cuerpo, acaricio con suavidad los senos de Sophia, ella soltó un pequeño gemido, pero no detuvo a John. Continúo deslizando las manos por el vientre llegando a las caderas; yendo más lentamente comenzó a descender al trasero, y cuando ya las manos estaban en el trasero completamente, agarro las nalgas con suavidad, pero con decisión. Al momento la soltó y la ayudo a quitarse la ropa lentamente, bajando el vestido partiendo de los hombros, dejando a la vista la voluptuosidad de los senos de Sophia. Una vez le quito el vestido, John se quito la camisola, dejando al descubierto su torso, acto seguido se bajo los pantalones.


Tumbo a Sophia en su propia cama, y poniendo su mano entre sus piernas comenzó a tocar con suavidad al escuchar el gemido que soltó ella, y vio en la cara de Sophia una sonrisa. Tras eso, John cogió su miembro y se puso entre las piernas de Sophia y llevándola con decisión, comenzó a meterla poco a poco intentando evitar hacerle daño.


Una vez ya la metió entera, comenzó a moverse de atrás hacia adelante lentamente, pero a medida que repetía el movimiento, iba yendo más rápido, y a medida que iba más rápido Sophia gemía más fuerte. Hubo u momento en que dejo de apoyarse con las manos en la cama para sujetar los senos de ella, al hacer esto ella chillo de placer a la vez que John se detuvo e hizo que se pusiera encima para que se moviera ella y pudiese decidir el ritmo al que lo hacían.


Cuando ella ya estaba arriba y comenzó a moverse se quito la peineta que le sujetaba el moño y dejo caer su pelo castaño sobre su espalda. Beso a John con más pasión que nunca y comenzó a moverse más rápido que antes. Y al rato de estar así, John no pudo aguantar más y eyaculo dentro de Sophia, que al suceder esto puso buena cara y le dio un pequeño beso en los labios y se recostó a su lado tapándole con las sabanas. Al momento ambos se quedaron dormidos, abrazados, lejos de las preocupaciones de lo que iba a pasar en un futuro inmediato.

1 comentario:

  1. Buen capítulo. Espero con impaciencia el siguiente!!! ^^
    Un saludo de Caenit

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